Síndrome de fatiga crónica

Si usted o alguien que usted conoce sufren de Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), usted sabe lo devastador que puede ser esta enfermedad. Mientras que algunos pueden vivir más o menos bien, otros pueden tener sus vidas prácticamente incapacitante – incapaz de trabajar, disfrutar sus hobbies, o participar en muchas de sus actividades favoritas.

El síndrome de Fatiga Crónica es una enfermedad algo polémica debido a su falta de resultados objetivos en pacientes, pero actualmente se diagnostica cuando una persona tiene:

-Fatiga clínicamente evaluada, inexplicable, persistente o recurrente que es de inicio nuevo o definido; No es el resultado de un esfuerzo continuo; No se alivia con el reposo; Y se traduce en una reducción sustancial de los niveles previos de actividades profesionales, educativas, sociales o personales.

Cuatro o más de los siguientes síntomas que persisten o se repiten durante seis o más meses consecutivos de la enfermedad, y que no son anteriores a la fatiga:

  • Falta de memoria y/o concentración a corto plazo
  • Dolor de garganta
  • Nodos cervicales o axilares blandos
  • Dolor muscular
  • Dolor multiarticular, sin enrojecimiento o hinchazón
  • Dolores de cabeza de un nuevo patrón o severidad
  • Sueño no reparador
  • Malestar post-esfuerzo durante más de 24 horas

El síndrome de fatiga crónica se encuentra más comúnmente en los adultos jóvenes y de mediana edad, y es aproximadamente el doble de frecuente en las mujeres que en los hombres. Se estima que la prevalencia de este síndrome es inferior al 10 por ciento de la población.

Las opciones de tratamiento convencional más comunes incluyen terapia cognitivo-conductual (TCC) y terapia de ejercicios graduados. Mientras que algunos pacientes experimentan alivio con estas terapias, siempre hay una búsqueda de mejores terapias que proporcionan más alivio.

No obstante, existe un punto de vista médico más integrativo, más completo. Donde se observa la enfermedad, como el resultado de un desequilibrio de varios sistemas de tu cuerpo. Por ejemplo, la salut intestinal, una mala función de las vías desintoxicativas del hígado y/o una infección vírica o bacteriana, la cual puede causar un “desequilibrio” de tu sistema inmunitario. Estos 3 sistemas son vitales para mejorar tus síntomas de fatiga. Además, también pueden existir otras causas; la falta de vitamina D, el descanso reparador, una alimentación con una baja densidad nutricional… etc.

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